Alaíde Foppa

Hay entre las artes una subterránea correspondencia, aunque tenga cada una su campo propio. determinado por el instrumento que emplea. Hay artistas que usan más de un instrumento, aunque nuestro tiempo sea el de la especialización que aveces significa pobreza y no suelan darse las plurales personalidades renacentistas.
Entre las llamadas artes plásticas por lo menos, el parentesco es tan estrecho, que los artistas se atreven más facilmente hacer incursiones de un campo a otro, y nos obligan a preguntarnos si estamos ante un escultor que pinta o ante un pintor que hace escultura.
Es el caso de Guillermo Grajeda Mena, reconocido, admirado y muchas veces premiao como escultor, quien ahora presenta en la galería de la Facultad de Humanidades una exposición de pintura.
La escultura y la pintura tienen algo en común: el dibujo. Pero éste no juega el mismo papel en una y otra; si el dibujo es algo asi como el sostén y la esencia misma de la escultura, en la pintura ha de ser un alma secreta, un hilo fuerte pero escondido que nunca rompa con su rigidez intelectual el sensitivo acuerdo de los colores. porque pintura no quiere decir, naturalmente , dibujo coloreado.
Entre los treinta y tantos cuadros que presenta Grajeda Mena habría que distinguir entre los puros dibujos que no pretenden ser otra cosa, los dibujos donde color y dibujo se funden armoniosamente para procurarnos el misterioso placer de una expresión artística completa y cumplida.
 

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