Trabajar en la Menagrafía a la par de Gustavo Grajeda, nieto de don Guillermo, fue una experiencia enriquecedora. Con Gustavo como lazarillo conseguimos, a duras penas, seguirle el paso al incansable de Grajeda Mena. Ambos comprobamos que los intereses del artista eran diversos y que siempre se entregó a ellos hasta las últimas consecuencias. Cada vez que reviso los files que detallan su legado me pregunto ¿A qué horas tuvo tiempo para dividirse profesionalmente del modo en el que lo hizo? ¿Cómo fue posible que le alcanzaran los casi setenta y siete años que vivió para cubrir, incluida la infancia, familia y tertulia, todos los escenarios en los que fluyó exitosamente?
Derecha
Cuadrado